miércoles, 4 de febrero de 2015


Cuando las pesadillas y los terrores nocturnos irrumpen en el sueño de los niños
El nerviosismo provocado por película e historias, e incluso el miedo a distintas situaciones pueden hacer que el sueño de los más pequeños se tambalee con pesadillas y terrores nocturnos. Conocerlos y saber cómo reaccionar ante ellos es fundamental para evitar que los niños adquieran hábitos inadecuados para dormir.
¿Cómo se producen las pesadillas y los terrores nocturnos? ¿En qué se diferencian? ¿Cómo deben de actuar los padres en estas situaciones? Ante todo tranquilidad, el somnólogo Eduard Estivill y la psicóloga Silvia Álava dan las claves para comprender  y gestionar los malos sueños en los niños.
Tras el entramado onírico
El doctor Eduard Estivill, especialista Europeo en Medicina del Sueño, compara dormir con descender los peldaños de una escalera. De este modo, el primer escalón es el sueño superficial, después el profundo y el tercero es el sueño REM, peldaño donde se configuran los ensueños. Este ‘descenso’ es un ciclo que se repite durante la noche.
Pero, ¿qué son los sueños? El especialista explica que se trata de “una combinación de información que tenemos en el cerebro y emociones”,  y al configurarse, esta información se mezcla de forma errónea.
“Cuando estamos despiertos el cerebro capta información y emociones por nuestros cinco sentidos y la va guardando hasta que la necesita” apunta el somnólogo quien señala que llegado el momento, la recopila, junta adecuadamente y explica.
Sin embargo, mientras dormimos la información que se ha guardado corre una suerte distinta a cuando estamos en vigilia. Al configurarse el sueño, ésta “se combina de forma aleatoria y aúna cosas del pasado, del presente y del futuro, pensadas, imaginadas y vividas sin coherencia ni explicación”, afirma Estivill.
En el momento en el que la ansiedad se mezcla con la configuración del sueño, se producen las pesadillas y terrores nocturnos, añade.
Soñar no es cosa de unos pocos. La realidad es que “todos lo hacemos pero no todo el mundo los recuerda”, apunta el experto. Según el experto, cuando más se despierta una persona, más rememora los ensueños ya que aumentan las posibilidades de que el despertar se produzca en la fase REM.
Padres ante los malos sueños
La psicóloga Silvia Álava, directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes, da a los padres las pautas a seguir ante las pesadilla y los terrores nocturnos en el libro “Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron”, (JdJ Editores).
Pesadillas
La experta señala que los episodios de pesadillas aparecen en la segunda mitad de la noche. Entre sus principales características, destaca que el niño se despierta y siente miedo porque puede recordar el contenido del sueño, mientras se producen no suele haber “movimientos ni verbalizaciones”.
 Según menciona la psicóloga, la prevalencia de las pesadillas está entre un 10-50% en niños de tres a cinco años.
Aunque generalmente no suponen un trastorno grave y desaparecen con la edad, si se dan con asiduidad, pueden acarrear al niño temor a dormir  y que éste requiera “estrategias de autocontrol y relajación para poder superarlo”, apunta Silvia Álava quien aconseja a los padres seguir estas recomendaciones:
1. Acudir al lado del niño para calmarlo pero sin pedirle especificaciones ni dar muchas explicaciones.
2. No tratar de razonar sobre el desencadenante de la pesadilla sino señalar que fue un mal sueño y hacer que el niño se duerma solo  con el objetivo de que aprenda a volver a dormir sin que los padres estén al lado.
3. Para relajar a los pequeños, la especialista recomienda llevar un vaso de agua y una vez se han calmado, se puede dejar una luz encendida para se vuelva a dormir.
Terrores nocturnos
Al contrario que sucede con las pesadillas, “los niños no se despiertan durante los terrores nocturnos, que se producen en la primera mitad de la noche y son menos habituales”, explica Silvia Álava. El episodio puede ir acompañado de gritos, llanto y temblores e incluso el pequeño puede llegar a incorporarse. No obstante, el niño no recordará el contenido del sueño ni en ese momento ni al día siguiente.
La psicóloga apunta que los terrores nocturnos se dan entre los cuatro y los doce años y ceden con la adolescencia.  Son menos frecuentes en niños que en las niñas y su prevalencia entre la población infantil es del 1-6%.
La experta indica que en estas situaciones no se debe hablar con el menor ni despertarlo, basta con asegurarse de que no se caen de la cama ni se hacen daño.

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